martes, 27 de abril de 2010

Releato Breve 1: Las Galerias de Santiago

  Mientras camino por las calles de Santiago centro, me encuentro con un sorprendente mundo paralelo, adyacente al bullicioso clamor estresante de la ciudad, un pasillo que no admite el ruido ni luz natural, son las cloacas de una capital antigua, un Santiago intimo en las entrañas de sus ajedrecísticos edificios. Ahí otra dimensión, sin raudales de acelerados caminantes, ni ambulantes ni botones de pánico, sin árboles ni vehículos, ni lustra botas, ni guardias, solo sombra mitigada por las ampolletas de las vitrinas silenciosas de los locales que comparten en variedad estos túneles que, al transitar por ellos, te das cuenta que conectan el centro haciéndolo más gigante. Son las bocas de los edificios, por Banderas; se observan algunas rítmicas caderas en la galería Edwards, cruzando el paseo Ahumada, mi alma acelerada, hasta la Matte conectando el Paseo Estado con la calle San Antonio por la Galería España, un paradigma que a cualquiera engaña. Ahí me encuentro, en medio de la ciudad pero varias décadas atrás. Las flores que adornan estos recovecos fabulosos son las luces de neón que hacen de la flora propicia para la pícara fauna detrás de algunas vitrinas de vidrio ahumado, cuales secretos por desahuciado solo llego a imaginar. Laberinto gigante que de inclemencias invernales no conoce, del paso de las horas no sabe, ahí en esos rincones misteriosos de las venas de la ciudad acogiendo hombres pálidos en las butacas de los cines que antaño tuvieron cartelera familiar. Otras bestias habitan este habitad tan particular, peluqueros, joyeros, cocineros, notarios, peatones curiosos como yo y otras miles de especies. Las galerías de Santiago, a veces parecen ruinas de majestuosidad arquitectónica, otras; vida plena a contra luz, otras, cloacas infectadas de nostalgia en la basura, estas galerías de Santiago alternativo ya se las quisiera otra cuidad.

Benja Román



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